¿Por qué el vino de Rioja tiene tanta fama?
El vino de Rioja no necesita carta de presentación. Incluso quienes no son aficionados al vino han escuchado hablar de su prestigio, su sabor característico, su historia o su denominación de origen.
Pero… ¿por qué tiene tanta fama? ¿Qué lo hace tan especial respecto a otros grandes vinos del mundo? Como alguien que tiene una tienda de vinos en Figueres, especializada en vinos de la Rioja como Heras Cordón y Montecillo, tengo la suerte de ver cada día cómo se mantiene y renueva esa fama.
Los clientes entran preguntando por “un buen Rioja”, a veces sin saber exactamente qué tipo de vino buscan, pero seguros de que el nombre “Rioja” significa calidad. Esta reputación no surge de la nada.
Se ha construido a lo largo de siglos de tradición vinícola, rigurosos controles de calidad, una identidad muy marcada y, sobre todo, una fidelidad al trabajo bien hecho.
Aquí te cuento desde dentro por qué el vino de Rioja ha llegado a la cima y se ha mantenido ahí. Veremos su historia, sus particularidades técnicas, sus uvas, su terroir, sus métodos de producción y, por supuesto, lo que hace que los consumidores lo sigan eligiendo frente a miles de opciones.
Historia y tradición: El legado vinícola que forjó su fama
El prestigio de Rioja se cimenta sobre una historia milenaria. Hay evidencias de cultivo de vid en la región desde tiempos de los romanos, pero es a partir de la Edad Media cuando el vino comienza a formar parte fundamental de la economía local, sobre todo gracias a su vínculo con monasterios y rutas comerciales. Uno de los grandes puntos de inflexión fue en el siglo XIX, cuando la crisis de la filoxera devastó los viñedos franceses.
Muchos productores bordeleses cruzaron los Pirineos buscando nuevas tierras, y encontraron en Rioja condiciones climáticas y edafológicas ideales. Pero no solo trajeron demanda: trajeron también conocimiento técnico, métodos de vinificación más avanzados, y sobre todo, la idea de envejecimiento en barrica.
De hecho, esa es una de las grandes señas de identidad de Rioja: su relación con el roble.
La crianza en barrica se institucionalizó y empezó a dar vinos de guarda, con una estructura, suavidad y elegancia que hasta entonces no se veían en los tintos españoles. Hoy en día, muchas de las bodegas más icónicas de Rioja —como Montecillo, por ejemplo, que tengo en mi tienda— siguen respetando ese legado. No es una moda pasajera ni un invento de marketing.
Es una evolución natural de siglos de experiencia y adaptación al entorno.
La Denominación de Origen Calificada (DOCa): Sello de garantía
Rioja no solo fue la primera región española en recibir la Denominación de Origen (en 1925), sino también la primera en obtener la Denominación de Origen Calificada (DOCa) en 1991. Este título no es un mero sello estético: es una certificación de exigencia, trazabilidad y compromiso con la calidad.
Para que un vino pueda llevar la etiqueta “Rioja DOCa”, debe cumplir con una serie de requisitos que van desde el origen de las uvas hasta los tiempos de crianza. Estos controles están regulados por el Consejo Regulador de la DOCa Rioja, que verifica cada lote de vino antes de que salga al mercado. Desde mi experiencia en tienda, te aseguro que esto se nota.
Cuando recomiendas un Heras Cordón Reserva o un Montecillo Crianza, sabes que detrás de esa botella hay un sistema completo que vela por la consistencia y calidad del producto. Esa confianza del consumidor se gana a base de mantener el nivel una y otra vez, añada tras añada. La DOCa también protege al consumidor contra fraudes, regula el etiquetado y clasifica los vinos en función de su envejecimiento: Joven, Crianza, Reserva y Gran Reserva.
Esta clasificación, además de orientar, es parte esencial del branding Rioja. Pocas regiones en el mundo han sabido comunicar su jerarquía de vinos de forma tan clara y efectiva.
Terruño, clima y uvas: La alquimia perfecta del Rioja
Rioja no es una única zona homogénea. Está dividida en tres subzonas muy diferenciadas: Rioja Alta, más atlántica, frescor y elegancia; Rioja Alavesa, suelos calcáreos y vinos finos y perfumados; Rioja Oriental (antes Baja), más soleada y cálida, ideal para vinos más robustos.
Este mosaico de climas y suelos permite una enorme versatilidad, desde tintos potentes hasta blancos aromáticos. La variedad estrella, sin duda, es la Tempranillo, pero también encontramos Garnacha, Mazuelo (Cariñena), Graciano y variedades blancas como Viura y Malvasía.
En tienda, me pasa a menudo que los clientes me preguntan por la diferencia entre un Rioja Alta y un Rioja Oriental. Y es ahí donde puedes explicar cómo el suelo calizo aporta tensión, cómo la altitud cambia el perfil aromático, o cómo la Garnacha en Rioja Oriental da vinos con fruta más madura y volumen.
Es precisamente esa diversidad dentro de un marco controlado lo que hace de Rioja un mundo por explorar. Hay Rioja para todos los gustos, desde vinos frescos y fáciles hasta grandes reservas complejos y estructurados. Y todo ello sin perder su esencia.
Bodegas icónicas y procesos de vinificación tradicionales
Uno de los pilares de la fama de Rioja son sus bodegas. Algunas llevan operando más de un siglo y han contribuido decisivamente a la identidad del vino. Bodegas como Montecillo, Heras Cordón, Marqués de Murrieta, CVNE, La Rioja Alta o Muga han sido embajadoras del vino riojano por todo el mundo.
Lo que todas tienen en común es el respeto por los procesos tradicionales: la fermentación en tinos de madera o acero, el envejecimiento prolongado en barricas de roble (americano o francés), y una crianza en botella antes de salir al mercado.
He tenido el placer de visitar alguna de estas bodegas y ver cómo trabajan. Todo está medido, pero sin perder el alma artesanal.
Por eso, en mi tienda de Figueres, aunque también tengo vinos del Empordà, los de Rioja tienen una rotación constante. La gente los busca porque sabe que hay un saber hacer detrás que no falla. Un dato interesante: muchas de estas bodegas aún practican el trasiego manual y utilizan huevos de hormigón o fudres grandes, respetando al máximo la fruta. La modernidad no ha borrado la esencia de Rioja, sino que la ha afinado.
¿Qué buscan los consumidores en un Rioja?
Esta es una de las preguntas más frecuentes que me hacen como especialista en tienda: “¿Qué tiene un Rioja que no tengan otros?” La respuesta no es única, pero podríamos resumirla en tres palabras: equilibrio, carácter y fiabilidad. Un Rioja bien hecho —y la mayoría lo están— te da una experiencia redonda: fruta, madera bien integrada, acidez suficiente, taninos suaves y una persistencia que te hace querer otro trago.
No es un vino que canse.
Tiene estructura pero también elegancia.
El consumidor medio, incluso sin ser un experto, lo nota. Saben que un Montecillo Crianza, por ejemplo, no les va a fallar nunca. Incluso quienes no conocen mucho de vinos, al ver “Rioja” en la etiqueta, sienten una tranquilidad extra.
También hay algo de nostalgia: muchos recuerdan con cariño una botella de Rioja abierta en una celebración familiar. O una comida en un asador donde siempre había un reserva riojano sobre la mesa.
El vino de Rioja ha estado presente en los momentos importantes, y eso deja huella.
Rioja vs otros vinos: ¿Qué lo diferencia realmente?
España es tierra de grandes vinos. Ribera del Duero, Priorat, Bierzo, Toro, Jumilla, Rías Baixas… La competencia no falta.
Entonces, ¿por qué Rioja sigue siendo el gran referente? Hay varias razones objetivas: Historia y consistencia, pocas regiones han mantenido tanto tiempo un nivel tan alto. Claridad de su clasificación: Crianza, Reserva, Gran Reserva… eso ayuda mucho al consumidor.
Relación calidad-precio: difícil encontrar otro vino del mundo con esta calidad a ese precio.
Estilo definido pero adaptable: el Rioja clásico no pasa de moda, pero también hay vinos modernos para nuevos públicos. Y también hay razones emocionales. Rioja tiene una narrativa.
Tiene iconos. Tiene “alma”. Y eso, en el mundo del vino, marca la diferencia. Desde mi punto de vista como vendedor local, veo cómo Rioja convence tanto al cliente que busca un vino de diario como al que quiere una botella para un regalo importante.
Eso es poder de marca, pero también resultado de décadas de trabajo bien hecho.
El Rioja en la actualidad: popularidad, prestigio y exportación
Hoy más que nunca, el vino de Rioja goza de reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional.
No solo es uno de los vinos más consumidos en España, sino que también es uno de los más exportados: Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y China son mercados donde la marca “Rioja” tiene peso por sí sola. ¿A qué se debe esto? A una combinación de factores: calidad constante, incluso en gamas básicas. Una identidad clara: cuando alguien bebe Rioja, sabe lo que va a encontrar.
Adaptación al mercado: nuevas generaciones de enólogos están innovando sin romper con la tradición. El enorme esfuerzo del Consejo Regulador en promoción, control y presencia internacional.
Desde mi tienda en Figueres, veo cómo cada vez hay más curiosidad por las etiquetas menos conocidas dentro de Rioja. Ya no se busca solo el clásico reserva, sino también garnachas de viñas viejas, vinos de paraje, elaboraciones naturales o ecológicas.
Y Rioja está sabiendo responder a esa demanda sin perder su esencia. Además, muchos turistas que visitan el Empordà terminan llevándose un Rioja en su maleta.
Lo piden porque ya lo conocen, lo han probado, o porque simplemente les suena a calidad. Y yo, como vendedor, puedo recomendarlos con confianza porque sé que estarán a la altura de las expectativas.
¿Merece el Rioja su fama? Desde el punto de vista de un especialista
Sí. Lo merece. Y no solo por su historia, su denominación o sus bodegas centenarias. Lo merece porque, año tras año, botella tras botella, cumple lo que promete: un vino con carácter, accesible, bien hecho, y con alma.
Desde mi experiencia como especialista en vinos, puedo decir que pocas denominaciones generan tanta confianza como Rioja.
Tener una tienda en Figueres me permite ver cómo los clientes regresan, preguntan por las nuevas añadas, recomiendan las botellas que han comprado… y eso no pasa con cualquier región.
Cuando vendo un Montecillo Crianza o un Heras Cordón, sé que el cliente volverá satisfecho.
Y eso, al final, es lo que mantiene la fama de Rioja: una combinación de tradición, calidad y pasión que se transmite en cada copa. En un mundo donde todo cambia rápido, el vino de Rioja sigue siendo un valor seguro. Y no porque viva del pasado, sino porque ha sabido evolucionar, mantener su esencia y ganarse el respeto del mundo entero.
Si aún no lo has catado a fondo, te estás perdiendo uno de los mayores tesoros del vino español.